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Susurré a las... 13:23
Ella... Yo.
Un ser más sobre la faz de esta tierra, la que debería ser lo que muchos soñamos, pero que, no obstante, nos demuestra que los sueños no siempre pueden hacerse realidad. Los sueños viven en nosotros. Ojalá la Tierra fuera un sueño.
En esencia una persona positiva, siempre lo ha sido, siempre lo será, está en ella y ningún obstáculo ni malicia podrán arrancarle esto del espíritu, porque sino... ya no sería ella. No más. Fuerte hasta la médula, casi como si usara una armadura eterna sobre su piel suave y abierta a recibir cualquier caricia. Allí, en ese momento, es cuando esta vestimenta desaparece y desnuda su alma. Sin embargo, hay que agregar que no siempre está segura de cada momento en el que saca a relucir su interior. ¿Error? No, es ella.
El cuerpo, lo físico, tangible, a veces le parece un gran estorbo. Si tenemos un espíritu que es el que evoluciona, ¿por qué cargar con estas extremidades y órganos? El cuerpo falla, el cuerpo marca errores aún cuando nuestro interior no lo desea, sin depender de nuestra voluntad. El espíritu es nuestro Yo verdadero y podemos manejarlo. Se puede hacer que el espíritu sea sano. Los pensamientos, las acciones, los sentimientos... éstos son la mejor medicina.
El arte es oxígeno. Punto. Es la marca indispensable en el camino que guía, la sonrisa en medio del llanto (muchas veces incomprensible e incomprendido), el placer cuando ya no puedes moverte en este plano existencial, y si eres cristiano, la estrella que llevó a ver al Pequeño Gran Salvador.
Inexistente sin su voz, necesaria para poder hablar sin hablar, comunicar con notas y transmitir caricias sin tacto. ¿Cómo podría imaginarse sin cantar? No es capaz de siquiera considerarlo, para ella es casi una blasfemia.
Ermitaña por naturaleza, disfruta de su soledad y silencios, perdiéndose en sus fantasías y también realidades, realizando actividades enriquecedoras para su alma a veces incomprendida y adolorida; otras, una más aceptada dentro de la sociedad de almas. Sin embargo, cuando se presente y su corazón (tan) vulnerable se lo permite, disfruta de la compañía como la más dichosa.
Tolerante. Tranquila. Huye de las polémicas absurdas. Persigue las polémicas de trascendencia.
Ama con vehemencia, sin límites ni lazos que la aten a ninguna realidad, ya que a cada momento su alma utiliza una venda que sólo impide el paso a los enemigos de la profundidad perpetua de este universal sentimiento. Ama. Ama. Ama tanto... Y nunca se ha arrepentido de ello.
Es amada. Y siempre ha agradecido por ello, debido a que de lo contrario estaría muerta, no habría, no sería...
Ser de amor es lo que desea ser, siempre, eternamente, a lo largo y a través de millones, billones, trillones de existencias, vueltas, caminos, curvas, desviaciones y tramos, largos procesos, planos, 7 planos... Desea ser. Es y desea ser.
Ella.
Un ser más sobre la faz de esta tierra, la que debería ser lo que muchos soñamos, pero que, no obstante, nos demuestra que los sueños no siempre pueden hacerse realidad. Los sueños viven en nosotros. Ojalá la Tierra fuera un sueño.
En esencia una persona positiva, siempre lo ha sido, siempre lo será, está en ella y ningún obstáculo ni malicia podrán arrancarle esto del espíritu, porque sino... ya no sería ella. No más. Fuerte hasta la médula, casi como si usara una armadura eterna sobre su piel suave y abierta a recibir cualquier caricia. Allí, en ese momento, es cuando esta vestimenta desaparece y desnuda su alma. Sin embargo, hay que agregar que no siempre está segura de cada momento en el que saca a relucir su interior. ¿Error? No, es ella.
El cuerpo, lo físico, tangible, a veces le parece un gran estorbo. Si tenemos un espíritu que es el que evoluciona, ¿por qué cargar con estas extremidades y órganos? El cuerpo falla, el cuerpo marca errores aún cuando nuestro interior no lo desea, sin depender de nuestra voluntad. El espíritu es nuestro Yo verdadero y podemos manejarlo. Se puede hacer que el espíritu sea sano. Los pensamientos, las acciones, los sentimientos... éstos son la mejor medicina.
El arte es oxígeno. Punto. Es la marca indispensable en el camino que guía, la sonrisa en medio del llanto (muchas veces incomprensible e incomprendido), el placer cuando ya no puedes moverte en este plano existencial, y si eres cristiano, la estrella que llevó a ver al Pequeño Gran Salvador.
Inexistente sin su voz, necesaria para poder hablar sin hablar, comunicar con notas y transmitir caricias sin tacto. ¿Cómo podría imaginarse sin cantar? No es capaz de siquiera considerarlo, para ella es casi una blasfemia.
Ermitaña por naturaleza, disfruta de su soledad y silencios, perdiéndose en sus fantasías y también realidades, realizando actividades enriquecedoras para su alma a veces incomprendida y adolorida; otras, una más aceptada dentro de la sociedad de almas. Sin embargo, cuando se presente y su corazón (tan) vulnerable se lo permite, disfruta de la compañía como la más dichosa.
Tolerante. Tranquila. Huye de las polémicas absurdas. Persigue las polémicas de trascendencia.
Ama con vehemencia, sin límites ni lazos que la aten a ninguna realidad, ya que a cada momento su alma utiliza una venda que sólo impide el paso a los enemigos de la profundidad perpetua de este universal sentimiento. Ama. Ama. Ama tanto... Y nunca se ha arrepentido de ello.
Es amada. Y siempre ha agradecido por ello, debido a que de lo contrario estaría muerta, no habría, no sería...
Ser de amor es lo que desea ser, siempre, eternamente, a lo largo y a través de millones, billones, trillones de existencias, vueltas, caminos, curvas, desviaciones y tramos, largos procesos, planos, 7 planos... Desea ser. Es y desea ser.
Ella.
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Susurré a las... 2:53